Luego de toda las premiers, los artículos de prensa, los halagos y críticas, y todo el momento de vulgaridad dedicado al hambre comercial, me decidí a ver Zona Sur, una película boliviana que honestamente no me generaba mayores expectativas conociendo el cine nacional.
Sin embargo, fue extremadamente gratificante ver una obra exquisitamente realizada. Una película con un argumento muy bien trabajado, un excelente manejo de cámaras, una calidad fotográfica acorde. Y sobre todo, el magistral trabajo realizado con la producción simbología de la comunicación y el conflicto.
La película es una excelente etnografía de una familia clase media alta venida a menos (no aristocrática, como dijeron algunos críticos) y su relación con la “servidumbre” de origen aymara en una casona de la Zona Sur, de la Ciudad de La Paz, Bolivia.
Toda la película en su mayoría transcurre esta casa y muestra las interacciones sociales entre los cinco principales personajes;
Willy un “mayordomo” (encargado de la comida y la casa), Carola, la Señora de la casa, refinada, blanca, divorciada, con tres hijos, dos de ellos adolescentes: Patricio, un pusilánime hijo de mamá, borracho, inseguro e insolente y Narda, lesbiana, amargada y en pleno proceso de búsqueda de una identidad y de afecto. Por último esta Andrés (sito) un niño al margen de la “familia” que prácticamente se cría con Willy, el mayordomo y la cholita Marcelina, colaboradora en los quehaceres de la casa. Andresito es un niño del quien nadie esta al pendiente, deambula por los techos haciendo volar su imaginación con un amigo imaginario, llamado Stiven Spilberg
"Boliche-Pub dizque de moda concurrido por imillos-as
"con plata" para emborracharse y escuchar cumbia.
Lugar al que frecuentaría Patricio, por ejemplo.
Lugar al que frecuentaría Patricio, por ejemplo.
En lo que hace estrictamente a la película, ésta rompe con el formato fast-er del cine Hollywoodense donde todas las escenas se desarrollan a mil por hora, en Zona Sur el manejo de la cámara imprime un tiempo independiente de toda prisa, el lente se convierte en el ojo del espectador, quien pareciera que husmea poco a poco en una casa que en principio le es ajena; la descubre, la observa, estudia a sus moradores, los escucha, los ve de soslayo, los rodea, toma distancia, se acerca, los mira de arriba, de abajo, intenta descubrirlo; todo un juego visual en el que el espectador se convierte en un protagonista mas de manera inadvertida.
Las tomas nunca son agresivas, no son el típico encuadre directo frontal, muy pocas veces se utiliza este recurso. Se trabaja mucho con lo elíptico, lo circular, una idea presente en el mundo aymara. Los acercamientos son lentos como quien se adentra de manera sigilosa por primera vez en una casa desconocida.
En los diálogos muchas veces están ausentes los rostros, las tomas son medio cuerpo y siempre en movimiento. Al principio esta técnica podría cansar al espectador, no acostumbrado a un lente de ojo vigía, pero pasados unos minutos la película imprime, sus tiempos y sus efectos visuales.
No dejan de estar presentes en varias escenas los espejos, unos grandes otros mas pequeños, pero siempre están ahí, intentando mostrar el reflejo de nuestros propios conflictos. La utilización del espacio por parte de los personajes, es otro elemento que merece ser resaltado, la atomización espacial, el desviculamiento entre unos y otros en lo que hace a su geografía. El único que rompe con este aislamiento es Willy, que usa las cremas de la “patrona”, se baña a escondidas en el baño privado de ella. Esto muestra lo complejo de la simbología en la apropiación del espacio, y los vínculos que se van generando. Muy distinto, a la condición aristocrática, con abolengo, linaje y cultura, que marca una distancia clara e infranqueable entre la servidumbre y la elite. Son dos mundos distintos que no se entremezclan. Muy diferente a lo que sucede en Zona Sur.
Notan la diferencia entre, élite y esta familia
aristocracia; Familia real Danesa
aristocracia; Familia real Danesa
También otro especio compartido es el comedor, en la hora del almuerzo. Es como mencionaba Silvia Rivera (socióloga); el único elemento a través del cual puede darse una horizontalidad entre el mundo Khára (blanco) y el Cholo (indígena) es en al campo gastronómico. Siempre están presentes en la mesa, las humintas, el ají de fideo, oca, chuño, tunta, habas, queso (“criollo”; collana), etc. Para luego, una vez concluida la mesa, todos a sus mundos, a sus soledades, sus prejuicios y sus “distinciones” culturales y de “clase”.
Esta idea queda evidenciada en las escenas donde los personajes son filmados en las ventanas con rejas, con una mirada de soledad, con deseos de escapar de sus mundos; de estar condenados a los que son, parte de una cultura compleja y con sus particulares contradicciones.
En lo que hace a lo que muchos han querido llamar una familia aristocrática y adinerada de Zona Sur, nada mas alejado de la realidad, todo lo contrario, es solo una familia de clase media alta en decadencia y endeudada. Que se resiste a abandonar sus “comodidades” pese a que condición material esta en plena declinación. Esto muestra la típica estupidez de la clase media y sus miserias.
La Señora de la casa, Carola, una madre totalmente permisiva y machista, conserva todavía su buen gusto, y respecto por lo auténtico. Cuando se refiere a su comadre Remedios (una Chola) a la cual califica de una señorona con clase no como la amiga de su hija Bernarda, una birlocha. Muy diferente a sus hijos, unos ignorantes ensimismados e individualistas, y con graves problemas emocionales.
Es interesante notar el machismo en casi todos los personajes, y tema presente en toda la película, en Willy cuando amaga intentar propinarle un sopapo a su jefa, la Señora de la casa. Carolina la novia de Patricio, solo un objeto sexual y con unas intervenciones totalmente vacías. La Señora de la casa un defensora a ultranza de la condición masculina.
Gastronomía andina de la cual no ha podido librarse
la élite "blanca" y sureña
En lo que respecta a Willy, es un aymara que rompe con la mirada antropológica arquetípica sobre el mundo Cholo, victimizado y folclorizado. Willy, es un aymara refinado, que maneja un Mercedenz Benz, con lentes de aumento que le dan cuasi un aire intelectual, con mucho carácter, independiente, donde no está presente el secular resentimiento ni el milenarismo andino, argumento esgrimido por muchos “intelectuales”. Como mencionó un periodista, aquí no hay Nación Clandestina, aquí no hay nada clandestino, es una trama honesta, mucho mas humana de la que nos muestran los sociólogos y antropólogos. Es más real, más cotidiana, mucho más cercana a nuestra compleja realidad. Aquí no están presentes los buenos y los malos, occidente y lo telúrico.
Tampoco es una película que trabaje la problemática de un recambio de Elites como intentaron hacer ver muchos, esta temática no esta presente en toda la película, salvo que tomemos como argumento de recambio de Elites, a la escena en que una Chola, con 250.000 u$s pretende comprar la casa de Zona Sur, que por si acaso, no deja de ser un precio extremadamente bajo para la bella Casona que muestra la cinta. Esta escena podría haber sido realizada por cualquier persona, no nos dice nada acerca de un recambio de Elite.
A mi parecer habrá un antes y un después en el cine boliviano con Zona Sur, no es casual que en este momento coyuntural del país, se de una película de este tipo. Es muy interesante poder apreciar el crecimiento del director Carlos Valdivia, desde “American Visa” una película que esta muy lejos de esta nueva producción en todo sentido. Felicitaciones al cine boliviano. Esta es una cinta que tranquilamente puede competir en el exterior generando muy buenas críticas como está sucediendo actualmente.